Repetimos como un mantra que, «como en España, no se come en ningún sitio»; que nuestro aceite de oliva virgen extra no tiene rival; que no hay en Europa fruta y verdura más rica que la nuestra; y que hay guisos para curar todos los males. Es un hecho: nos declaramos fans de la dieta mediterránea. Pero, ¿predicamos con el ejemplo?