Hablar del pan con tomate es casi como hablar de un símbolo, de un ícono de la gastronomía catalana en todo su esplendor. Aún así, y teniendo en cuenta que han sido los catalanes los que sin duda alguna han regionalizado la combinación de estos sencillos ingredientes en un rico preparado de lo más popular y extendido, sus antecedentes fueron ampliamente compartidos por varias culturas alimentarias del Mediterráneo que ya encontraban en el trigo y el aceite de oliva, los ingredientes más fundamentales de la Dieta Mediterránea, la base de su alimentación. La unión del pan y el aceite como acompañamiento o base de plato ya era conocida durante la época clásica y posteriormente ha jugado un papel destacado en las recetas tradicionales de italianos, occitanos, griegos e isleños en distintas versiones de elaboración e ingredientes. Pero no fue hasta que se propagó el uso doméstico del tomate por allá el siglo XVIII que la combinación exacta de los cuatro componentes elementales cogió una fuerza tremenda entre las cocinas de la Cataluña rural. Y es que esta receta está íntimamente vinculada a las estrategias culinarias del campesinado de las masías catalanas que buscaban aprovechar los recursos alimenticios que poseían adaptándolos a sus necesidades. Pues se dice (aunque nadie puede afirmar a ciencia cierta el origen del pan con tomate) que éste se aprovechaba mejor frotándolo encima del pan, a la vez que contribuía así a su ablandamiento puesto que con frecuencia estaba seco y duro debido a que no se cocinaba a diario. Esta vez, el añadido de anchoas lo asemeja todavía más a un clásico de la gastronomía catalana.
Cortar el pan por la mitad, transversalmente, y quitar la miga. En pan quedará como un cuenco.
Tostarlo por las dos caras en el horno.
Frotar el interior con los tomates para que el pan absorba su jugo y su pulpa hasta que quede completamente rojo.
Añadir aceite abundante y sal con prudencia, puesto que las anchoas ya llevan sal.
Colocar en su interior los filetes de anchoa.
Los filetes de anchoa se preparan previamente.
Se desalan y se maceran en aceite con unas gotas de vinagre.
Para desalarlos, se lavan bajo el grifo con un fino hilo de agua.
Se sostiene por la cola una mano y con la otra se limpia primero delicadamente, la sal adherida y luego se eliminan las vísceras.
Después se abren por el lomo con ayuda del agua y el pulgar.
Cuando los dos lomos estén separados se extrae la espina dorsal.
El frescor acidulado del jugo del tomate y el dulzor de su pulpa aligeran y alegran el consistente sabor de las anchoas en sal, a la vez que suavizan la textura del pan al impregnarlo y darle humedad.
Texturas crujientes y blandas como soporte del contraste entre sabores ligeros y frescos con otros densos y profundos.
Ingredientes
Instrucciones
Cortar el pan por la mitad, transversalmente, y quitar la miga. En pan quedará como un cuenco.
Tostarlo por las dos caras en el horno.
Frotar el interior con los tomates para que el pan absorba su jugo y su pulpa hasta que quede completamente rojo.
Añadir aceite abundante y sal con prudencia, puesto que las anchoas ya llevan sal.
Colocar en su interior los filetes de anchoa.
Los filetes de anchoa se preparan previamente.
Se desalan y se maceran en aceite con unas gotas de vinagre.
Para desalarlos, se lavan bajo el grifo con un fino hilo de agua.
Se sostiene por la cola una mano y con la otra se limpia primero delicadamente, la sal adherida y luego se eliminan las vísceras.
Después se abren por el lomo con ayuda del agua y el pulgar.
Cuando los dos lomos estén separados se extrae la espina dorsal.