Aunque quisiéramos dedicarnos a profundizar en cada uno de los ingredientes de esta receta semanal, nos fijaremos en las nueces “persas” y su recorrido histórico y cultural. Su bagaje a través de distintas civilizaciones clásicas le otorga un elevado reconocimiento por sus propiedades medicinales y su consistencia como producto alimenticio. Los griegos la asemejaban a otras variedades de frutos secos como la castaña y la avellana, utilizándola, sobre todo, con fines medicinales y cosméticos. Pues de ella sacaban tintes para el pelo y también la ropa. Los romanos, por su parte, la ofrecían en cualquier presentación de postre que se preciara y la idealizaron como símbolo de la fertilidad y la unión matrimonial, identificándola como alimento predilecto del Olimpo de los dioses. Ya en épocas tempranas se le atribuía la facultad de ser muy buena para la memoria, siendo en la época medieval cuando pudieron surgir algunas corrientes filosóficas y de dudosa profesión que otorgaban a la nuez el poder de curar las enfermedades mentales. Aunque la nuez “persa” tradicional que se consume en Europa también se pueda denominar nuez “inglesa” está no fue popular en Inglaterra hasta después de la Primera Guerra Mundial, por allá los años veinte. De la mano de ingleses, llegarían a California donde se adaptarían a las condiciones ambientales proporcionando así una gran producción de nueces. Cabe decir, que antes de esta empresa, los indios americanos nativos ya tenían una nuez autóctona que es reconocida en la actualidad como la nuez “negra”: “Juglans nigra”.
Lavar la rúcula sumergiéndola en agua fría durante unos minutos. Escurrir bien. Limpiar la cebolleta retirando la primera capa, las raíces y las puntas muy verdes, y cortar en juliana fina. Cortar el queso en virutas utilizando un pelador. Cortar el membrillo en daditos.
Preparar la vinagreta, mezclando el aceite de oliva virgen con el vinagre balsámico de Módena y una pizca de sal yodada y pimienta.
Mezclar la rúcula y la cebolleta con la vinagreta en un bol para que se impregne bien. Repartir en los platos añadiendo los daditos de membrillo, las nueces y las virutas de queso.
Fuente: Nueces de California, www.nuecesdecalifornia.com.
Ingredientes
Instrucciones
Lavar la rúcula sumergiéndola en agua fría durante unos minutos. Escurrir bien. Limpiar la cebolleta retirando la primera capa, las raíces y las puntas muy verdes, y cortar en juliana fina. Cortar el queso en virutas utilizando un pelador. Cortar el membrillo en daditos.
Preparar la vinagreta, mezclando el aceite de oliva virgen con el vinagre balsámico de Módena y una pizca de sal yodada y pimienta.
Mezclar la rúcula y la cebolleta con la vinagreta en un bol para que se impregne bien. Repartir en los platos añadiendo los daditos de membrillo, las nueces y las virutas de queso.